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Virgo Maria (x10) Bajo

Particella para bajo en coro mixto

Coro mixto y Orquesta sinfónica

BLANCAFORT, Manuel

Reg.: B.3719b4

51,00 €
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  • Formación: Orquesta sinfónica: Con voz/coro.
    Coro: Con acompañamiento; Mixto.
  • Géneros: Clásica / contemporánea: Vocal; Sinfónico.
  • Autor letra: LITÚRGICO
  • Idioma: Cat/Llatí
  • Soporte: Particellas
  • Nivel de dificultad: Alto-superior
  • Época: 2ª mitad S. XX - XXI
  • Editorial: Editorial Boileau
  • Colección: Siglo XXI
  • Nº de páginas: 20x10
  • Medida: 31,00 x 23,00 cm
  • Duración: 58'28"
  • ISMN: 979-0-3503-4347-6
  • Disponible en digital: No
  • Disponible en alquiler: No

PACK DE 10 PARTICELLAS PARA BAJO

Manuel Blancafort fue uno de los compositores más activos de la llamada “Generación de los 20”, junto con Mompou, Gerhard y Toldrà. Los compositores que formaban parte de este grupo consideraban la música no sólo como un oficio, sino sobre todo como una necesidad cultural en profunda conexión con las inquietudes de sus tiempos. De todos ellos, Blancafort fue seguramente quien más se preocupó de conjugar un hedonismo bien patente con una valoración de la forma para producir “una música que se mantenga de pie”.

Solenne Cantata Virgo Maria [Solemne Cantata Virgen María] (1965) es probablemente, de todas sus obras, una de las más ambiciosas en cuanto a construcción, envergadura y formato. Vale la pena incluir un texto que el mismo Blancafort escribió para la Guía Musical del 8 de marzo de 1968:

“He aquí cuatro palabras sobre la génesis de la cantata Virgen María. La idea de escribir una obra de espíritu religioso ya venía de muchos años, pero siempre lo iba aplazando en espera de sentirme más preparado y seguro de lo que quería hacer. Debía ser una obra de mayor extensión que ninguna otra mía: debía componer un canto de alabanza y acción de gracias a Dios por el don de la música. Era condición indispensable emplear las voces humanas. Y, para ello, era necesario encontrar un texto que se aviniera con mis orientaciones. No lo encontraba. Y pasaban años hasta que un día, de repente, el problema se me presenta resuelto: el texto sería una elección de versículos de los Oficios Divinos correspondientes a las principales fiestas marianas. Los episodios que la liturgia conmemora me ofrecían un insuperable poema para componer una cantata. Seis estampas estrechamente ligadas pero muy contrastadas, ya que evocan situaciones tan diversas como la poesía del diálogo entre Gabriel y María; la alegría del Belén, la intensidad dolorosa del Calvario y la exultación triunfal de la Asunción. A modo de intermedio habría una evocación de la huida a Egipto a través del desierto (música sin palabras ). Este fue el proyecto.

En cuanto a la música, la primera condición era ver de qué manera podría asegurar la unidad de conjunto en una obra de extensión tan considerable y que tenía que pasar por fases de signo expresivo muy diverso. No era posible recurrir a un diseño melódico que fuese reapareciendo: ni leitmotiv ni forma cíclica. La homogeneidad dependería del acierto a través unas líneas generales que ligaran, estimando minuciosamente la duración y la dinámica de cada fragmento y situando de manera adecuada al texto los momentos de máxima tensión del discurso musical. Todo ello procurando siempre la unidad de estilo”. 

Tal como había declarado tres años antes, en una entrevista de 1965, Blancafort había escrito la cantata durante más de diez años, a pesar de tenerla presente durante una mayor parte de su vida. Sin embargo, la obra vio la luz en lo que se considera su etapa de madurez, etapa que muchos contemporáneos calificaron de “demasiado formalista”. Aún así, Virgo Maria fue valorada por la minuciosidad de su factura: la calidad de esta composición para más de cien cantantes y una gran orquesta que contaba con arpa, piano, celesta y percusión la hicieron merecedora del Primer premio en el concurso convocado en 1963 por el Orfeó Català y otorgado en 1965 por un jurado compuesto por Joan Massià, Frederic Mompou, Xavier Montsalvatge, Rafael Subirachs y Lluís M. Millet.

Esta cantata, que sobrepasa los tres cuartos de hora, fue estrenada el 8 de marzo de 1968 por el mismo Orfeó acompañado por la Orquesta Ciudad de Barcelona, con Lluís M. Millet como director. El estreno supuso cálidas críticas, como la de Menéndez Aleixandre en La Prensa, el 11 de marzo de 1968, quien diría “Es la obra de un gran conocedor de lo que hacerse con una orquesta y una masa coral”. Montsalvatge también destacaría: “En cada una de estas estampas él ha vertido testimonios de su íntima manera de pensar y sentir, de su vivencia religiosa y sus gustos por todo lo que es opuesto a la retórica y la grandilocuencia”. Cabe decir, sin embargo, que a pesar del éxito de aquella primera interpretación, desde 1968 no se volvió a programar, en parte debido a que la obra quedó en copias manuscritas .

El mismo compositor hizo una reducción para coro y piano también editada por Editorial de Música Boileau. En la dedicatoria autógrafa figura Maria de la Mercè Martorell, hija de Oriol Martorell y religiosa del Sagrado Corazón .

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