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Notas de prensa

La Vanguardia 06/07/2014

Cien años de partituras

Editorial Boileau, Musical Emporium y Casa Beethoven mantienen aún tienda abierta en la ciudad. La tres han estampado tanto obras clásicas como ritmos ligeros, y aunque están ubicadas en los mismos emplazamientos donde se fundaron, entre finales del siglo XIX y principios del XX, las condiciones de alquiler con los respectivos propietarios afortunadamente no son noticia. Otra canción es la crisis de venta de partituras a raíz de la competencia que suponen las descargas ilegales de internet.

En Editorial Boileau, fundada a inicios del siglo XX en la calle Provença, muy cerca del Conservatorio Municipal, la imprenta todavía alimenta la tienda, un establecimiento inaugurado posteriormente, en 1939, que mantiene intacta la decoración neoclásica del primer día en los pomos en forma de nota musical de la puerta y de los muebles interiores. También se aprecia la austeridad en el diseño y los colores. La casa distribuye material musical escolar y atiende las demandas del mercado español e internacional. El 1904 Alessio Boileau Bernasconi llegó a la ciudad como representante de la editorial Ricordi de Milán y montó un taller gráfico dedicado básicamente a imprimir música religiosa y bailable.

Con los años, no tan sólo continuaron el negocio la hija Elvira, sino también los nietos Antoni y Yolanda Guasch, quien actualmente regenta el negocio con la cuarta generación, los bisnietos Àlex, Marta, Mariona y Montse. El sello editorial, nacido en 1913, pronto emprendió la modernización de la imprenta situada en la trastienda. Actualmente el fondo editorial llega a almacenar cerca de 4.000 títulos, entre los cuales está la obra pianística integral de Enric Granados, revisada por Alicia de Larrocha, y la obra vocal y la suite Iberia de Albéniz. Durante el primer tercio del siglo XX, el taller contaba con quince operarios calificados en las técnicas de la litografía y el grabado. Editores extranjeros, sobre todo franceses, les encargaban trabajos delicados de estampación. La trastienda era un lugar ideal de tertulia donde, según la época, se veía a Enric Morera, Apel·les Mestres, los Lamote de Grignon, Pau Casals y Frederic Mompou, de los cuales Boileau ha editado las obras originales.

También las de compositores más contemporáneos como Manuel Blancafort, Manel Oltra, Salvador Brotons, Xavier Monsalvatge, Xavier Turull, Xavier Benguerel y Jordi Cervelló. Pero si hay un caso atípico de fondo musical depositado en Boileau, y que todavía no ha sido objeto de estudio, es el de la familia Zamacois, padre e hijo. El padre Joaquín Zamacois Zabala, nacido en Bilbao en 1869, recorrió medio mundo como músico y funambulista y fundó una academia de variedades en Barcelona. El hijo, Joaquim Zamacois Soler, continuó la carrera cupletista del padre hasta que consagró la vida a la pedagogía musical. Dirigió el Conservatori Municipal de Barcelona, hasta que murió en 1976.

Justo enfrente de Canaletes, en la Rambla, pervive otra casa centenaria que todavía vende partituras e instrumentos, Musical Emporium, que regenta un nieto del fundador, Lluís Castelló Llobet, que se incorporó al negocio en 1954, cobrando 125 pesetas en el mes. Ahora los instrumentos casi han suplantado las ventas de partituras, sometidas al vaivén de las modas. El establecimiento fue inaugurado hacia 1900 por Josep Maria Llobet, nacido en la década de 1860, y empezó editando música sacra y popular catalana. Al morir en 1909 se hizo cargo del negocio un gerente, hasta que en 1930 Isabel Llobet, una de las hijas, asumió las riendas de la tienda y la editorial.

Las portadas de las partituras que Musical Emporium del primer tercio del siglo XX son una auténtica muestra del modernismo cartelista. La tienda, aquellos años, era testimonio de un correteo incesante porque, al lado de los compradores, se convirtió en ágora de músicos, cantantes, bailarinas y empresarios. En las tertulias, los artistas hacían cábalas sobre las vedettes de última hora y los estrenos de la semana. En el piano del fondo de la sala, los compradores probaban las partituras. Allí se daban la mano los maestros clásicos y los que cultivaban el género ligero. La editorial divulgó en su momento la obra de Granados y Casals pero también las sardanas de Morera, Bou y Saderra. También las obras de los compositores de moda como José Padilla, artífice de pasodobles y coplas, y Joan Viladomat, cupletista polivalente que visitó todos los géneros: el foxtrot el tango, el cuplé, el pasodoble, la sardana, el shimmy...

El título más exitoso de Musical Emporium fue El foxtrot de las campanas que el maestro Viladomat firma a finales de 1917 con Vicenç Pastallé y que llega a ser editado en Berlín, Buenos Aires, Nueva York, Sydney... Editó también otras obras célebres como la zarzuela Cançó d'amor i de guerra de Rafael Martínez Valls, la Misa coral de Pío X de Julián Vilaseca, La Verge bressant de César Frank y el pasodoble Islas canarias de Josep Maria Tarridas. De la larga vida del establecimiento dan fe el millar de obras editadas y la nómina de personajes famosos que han traspasado la histórica puerta presidida por la musa tocando la lira grabada en la cristalera original: Alady, Mary Santpere, Mario Cabré, Capri, Renata Tebaldi, Lola Flores, Frederic Mompou y Joan Manuel Serrat, entre otros.

Casa Beethoven, finalmente, se mantiene en el mismo rincón de la Rambla donde está el palacio de la Virreina. Desde 1978, regenta el establecimiento el pianista Jaume Doncos Codina, con su hijo, Jaume Doncos Pros, una familia emparentada con el fundador, Lluís Gonçaga Jordà Rossell, un peculiar personaje de la Plana de Vic que bautizó la tienda como Casa Beethoven en 1916. El almacén de música, no obstante, ya existía desde 1880. La casa empezó editando títulos del mismo Jordà, conocido también por los arreglos fáciles para piano -más de un centenar- de piezas clásicas célebres. La tienda también fue una guarida que hermanaba a maestros y compositores. Con los Jordà, padre e hijo, solía hacer tertulia el maestro Zamacois Soler. Durante los últimos años la casa ha editado algunos temas de Jaume Sisa y del grupo Sau. Y todavía pervive una tertulia en la trastienda, los sábados, que reúne en torno al piano a músicos y curiosos que tocan improvisadamente. No obstante, en los años veinte, el establecimiento se distinguió por poner a la venta, casi inmediatamente, las partituras que triunfaban entonces en Broadway. Jordà, por avatares de una vida agitada, había estado en Nueva York y el contacto con editoriales musicales lo convirtió en distribuidor directo de los éxitos que provenían de la otra orilla del Atlántico. La vida de Jordà está llena de peripecias. Nació en 1869 en Les Masies de Roda y en 1889 ya era director la banda municipal de Vic, pero al cabo de nueve años tuvo que huir más rápido que la pólvora cuando dejó embarazada a una alumna de piano, Antònia Casabosch, que sólo tenía catorce años.

Se casó de madrugada y emigró a México donde compuso pasodobles para corridas de toros e interpretó música de cámara. En 1903 obtuvo un éxito deslumbrante con la zarzuela Chin Chun Chan. A raíz de la revolución mexicana se fue en tren hacia Nueva York, donde coincidió con Xavier Cugat, Pau Casals y Enric Granados. De regreso a Barcelona, la decadencia se apoderó de su carácter estrafalario y a menudo se lo veía por los cafés y tabernas del barrio chino donde se desahogaba como pianista circunstancial. Murió casi olvidado en 1951.

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